


Salted caramel and hazelnut cream braided pastry

Imagina una masa de hojaldre fragante, trenzada con maestría,
que encierra un corazón suave y envolvente.
Ahora deja que el caramelo salado se encuentre con la dulzura
de la avellana, en una combinación de sabores inolvidable.
¿El resultado? Salted caramel and hazelnut cream braided Pastry:
el nuevo hojaldre que convierte cada pausa en un momento
de auténtico placer.
¿Por qué es irresistible?
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Un equilibrio perfecto: el caramelo salado, con su toque de sal marina, realza la dulzura del relleno, creando un contraste sensorial que sorprende y conquista.
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Una tendencia en alza: el caramelo salado se ha convertido en uno de los ingredientes más populares y comentados de los últimos años, conquistando paladares en todo el mundo.
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Una combinación sublime: la avellana, con su textura crujiente y su sabor intenso, se une armoniosamente al caramelo salado para ofrecer una experiencia de sabor única.
Tal vez no sabías que...
El caramelo salado, hoy considerado una delicia en todo el mundo, tiene sus raíces en un pequeño rincón de Francia: Bretaña.
Esta región bañada por el Atlántico es famosa por sus paisajes salvajes, su mantequilla salada y su pasión por los sabores intensos.
Y fue precisamente aquí donde nació la brillante idea de combinar dulzura y salinidad.
En los años 70, el maestro pastelero Henri Le Roux decidió experimentar con un nuevo tipo de caramelo, utilizando la célebre mantequilla bretona demi-sel, enriquecida con avellanas, almendras y nueces tostadas.
¿El resultado? Un caramelo cremoso y sorprendente, capaz de romper con las convenciones del gusto tradicional.
El “Caramel au beurre salé” fue un éxito inmediato, tanto que Le Roux registró oficialmente su invención en 1980.
Desde entonces, el caramelo salado ha cruzado fronteras y culturas, convirtiéndose en un icono de la pastelería moderna.
Lo que hace tan especial al caramelo salado es su contraste armonioso: el toque de sal realza la dulzura, aporta profundidad y estimula el paladar de forma inesperada. No es solo una moda, sino una evolución del gusto, capaz de contar una historia en cada bocado.